Fuego

Malditos sean los hombres del foso;
del fuego bien alimentado,
sentados a el
dando testimonio de lo que ellos han hecho a los creyentes,
resentidos con ellos, solo porque creyeron en Dios,
el Todopoderoso, el Loable*
Corán: Sura 85: 4-8
ALQUIMIA: De la voz al cuerpo
Serie de vídeos grabados en el marco del curso Transcendencia en la Música Tradicional, impartido por Mara Aranda (Early Music Morella 2018).
Improvisaciones sobre el trabajo de voz y elementos que desboca en el movimiento.
Camino sin rumbo, me acabo de despertar de la siesta, una siesta densa y profunda. Como si al tenderme en la cama, el peso del trabajo interno me hubiera hecho ser absorbida por el colchón, el suelo y de ahí al centro de la tierra. Mi cuerpo esta aún pesado y yo sigo ausente... Cuanto trabajo, cuantas cosas moviéndose.
Me he vestido de rojo después de una ducha. Necesito energía y no conecto con el fuego que hemos trabajado hoy, no entiendo mi llama interna, no se donde ubicarla. Pido ayuda al movimiento, e intento visualizar una danza al fuego, pero no llega, no viene me cuesta imaginar como bailaría...
Camino por la enorme e imponente muralla. Piedras, una sobre otra, empastadas, fosilizadas, tan individualmente definidas y tan colectivamente colocadas, parecen una gran masa de pequeños puntos, sincrónicos en el caos, perfectos en la asimetría. Fui piedra y perdí mi centro y mi arrojaron al mar...
Me viene a la cabeza esta letra, me identifico, me emociono, me he sentido tan perdida, tan arrojada...
Llego a una pequeña torre en la muralla, Torre de la Pólvora, un pequeño cuadrado donde almacenaban la pólvora. Cuantas batallas en un entorno relativamente pequeño pero de gran importancia estratégica. Estos días cada vez que me han hablado de la historia de Morella, casi siempre lo han hecho desde sus luchas...
Los árabes, los cristianos, los carlistas, la Guerra Civil...

Decido bailar ahí al fuego, y busco en el cuadrado que forma el entorno de la torre un lugar, y veo algo que me recuerda una chimenea, un recoveco acogedor, que me lleva a la hoguera cálida y tranquila del hogar. La torre deja de ser para mi un almacén de fuego destructor, mientras reflexiono sobre tanta violencia, tanto conflicto tanto fuego derramado como justificación de ideas, creencias, posturas.
Pienso en Alándalus, la manipulación y la separación con la que la a veces impostora historia que nos hemos contado habla de aquellos que fuimos...Cuando estaban aquí los árabes, oyes decir en cualquier lugar de esta bella Península, y yo siempre pienso; quizá estés hablando de un antepasado tuyo, alguien que llevó tu sangre, no, mejor dicho alguien que fue necesario para que tu ahora estés aquí renegando, alguien sin el que no existirías...
Nosotros los íberos, ibéricos, castellanos, alandalusíes, celtíberos, tartessos, hispanos, sefardíes, visigodos... Romanizados, islamizados, cristianizados, monárquicos, republicanos, borbones, carlistas...NOSOTROS, adaptándonos, siendo, nosotros. No hay separación, no son los que vinieron y los que se fueron. Fueron nuestras familias, vecinos, amigos, amores de juventud, hermanos...qué más da a quien estuviésemos rezando...ironías ya que no es más que el mismo Dios....
Nosotros, adictos al fuego transmutador de la historia, aquel por el que pasamos los habitantes de un mismo territorio durante siglos, por pura supervivencia.
Me siento en el hueco de la chimenea e imagino la hoguera feliz y risueña de una casa en armonía.
Imagino el fuego que da de comer, que hace el alimento sabroso, el fuego que quita el frío, el fuego que calienta el agua para el baño, el fuego que cruje en la noche y te adormece como una nana armónica, el fuego que acaricia el aire sin destruir, el fuego enérgico que recicla la madera, que quema los deseos escritos en un papel y los trasforma en posibilidades, el fuego amable, el fuego alquímico donde transmutar, donde transmutarse. Y dentro de el, bailo casi sin mover el cuerpo y dejo que dentro de mi, en algún lugar, dos piedras choquen y saquen la chispa que encienda de nuevo el motor de mi vida...
*Sura 85: Las Constelaciones:
La historia de los dueños del Foso habla del Rey Du Nuwas del Yemen que abrazó el judaísmo mientras su pueblo era cristiano unitario y mandó cavar fosas en las que hizo encender fuegos y a las que fue arrojando a todos los que se negaban a renegar de su fe. Así hasta que llegó una mujer que llevaba un niño y se echó atrás no queriendo caer en el fuego, entonces el niño le dijo: "No temas, la verdad está contigo"...